¿Qué hacer durante tres días en Lima? El itinerario ideal (y de bajo costo) que incluye cultura, gastronomía y los planes imperdibles
A Perú, siendo colombiano, se puede ir solo con su cédula. Es el destino ideal, a escasas tres horas de Bogotá en avión, para escaparse a comer sin perder el bolsillo. Lima es una vorágine de contrastes. Aterrizar en ella es adentrarse en una ciudad de tonos rojizos y anaranjados, con un techo de nubes brumosas que apenas deja entrever el sol. Caminarla, es encontrarse con imponentes y perfectamente conservadas huacas, las pirámides y sitios de culto de culto del imperio Inca, que contrastan con los inmensos edificios del moderno barrio San Isidro. Olfatearla es comprobar que el salobre del océano no está solo en las calles, sino en su diversa gastronomía basada en los mariscos, el cebiche y la fusión de sabores en sus comidas. Disfrutarla es también descubrir una joya del turismo latinoamericano, una urbe que resalta hoy entre sus cocinas, sus actividades de aventura y su incomparable oferta de patrimonios y museos de visita obligatoria.

Pero, ¿por dónde iniciar, cómo recorrerla y cuáles son los imperdibles de una capital que va más allá de lo convencional? Lo primero es entender si Lima es para usted: la capital peruana es, sin duda, para aquellos viajeros de buen comer que se desviven por probar nuevos sabores; es también para los amantes de la aventura dispuestos a nadar con lobos marinos en aguas frías del Pacífico o sobrevolar en parapente la costa para apreciar el atardecer y el océano a su derecha y la urbe moderna y rojiza a izquierda; la ciudad además es para aquellos que prefieren la cultura, y que se impresionan con los vestigios de los que fueron imperios y templos más allá de los Incas; y finalmente es también para los que buscan planes inesperados, como cabalgar en el caballo de paso peruano ―reconocido por su andar suave y delicado― o asombrarse con un espectáculo de luces y fuentes de agua en pleno centro de la ciudad, un atractivo que no tiene igual en Latinoamérica y que sobresale en el mundo.
Si usted califica dentro de uno ―o varios―de esos arquetipos de viajero, prepare las maletas, defina las fechas y prepárese para una escapada imperdible de tres días ―aunque pueden ser más― a una capital hecha para comer, caminar, nadar, gritar y sobre todo sorprenderse. En EL TIEMPO le traemos el itinerario ideal, que usted puede modificar a su gusto, para un viaje de fin de semana largo o con festivo, tan a bajo costo como usted lo prefiera, pero con la salvedad de que en Lima se come rico, se disfruta mucho y usualmente ―comparado con otros destinos― se paga poco.
Lo primero es definir las fechas para viajar. El clima en Lima está atravesado por los vientos que vienen desde el Pacífico, la nubosidad poco usual en una ciudad costera y dos estaciones climáticas que se traducen en un verano soleado y frío que va de abril a octubre con días de sol, noches frías y poca lluvia donde la temperatura puede llegar hasta los 24 °C en el día y bajar hasta los 0 °C por las noches; y un invierno lluvioso que va de noviembre a marzo con temperaturas entre los 15 y - 3°C.
Con la fecha lista, lo siguiente es tomar el avión. Perú, al ser parte de la comunidad andina de naciones, permite a los colombianos entrar al país sin necesidad de pasaporte, por lo que puede salir de Colombia únicamente con su cédula. Además, desde Colombia hay una amplia oferta de aerolíneas entre las que destaca JetSmart, que recientemente entró al mercado nacional y que ofrece rutas directas y con escala de bajo costo hacia Lima
Día 1: hora de comer
Con todo listo, lo primero es llegar, adaptarse al clima (muy similar al de Bogotá) y empezar a caminar. La mejor zona para alojarse y moverse entre los sabores de autor y la arquitectura y moderna y clásica de la ciudad son los distritos de San Isidro y Miraflores, con una amplia oferta hotelera y a escasas cuadras del malecón de la ciudad, que recorre el denominado Circuito de la Costa Verde, la ruta en la que chocan el acantilado donde se erige la capital peruana y el inmenso océano que se planta debajo. Allí el plan del primer día por la mañana es caminar y recorrer sus atractivos como el Parque Chino, el Faro de Miraflores, el Parque del Amor y el Centro Comercial Larcomar.
De allí, el viaje debe ir directamente hacia el mayor atractivo: comida, comida, pisco y más comida. Para aquellos que conocen el arte del buen comer, saben que lo ideal es pedir lo más que se pueda y empezar a compartir. Y allí, el restaurante La Picantería es el ideal. El concepto es sencillo: se pide mucho y todo al centro de la mesa (una recomendación clave que debería aplicar durante todo el viaje si quiere disfrutar de Lima y en general de Perú). Sus cebiches, chaufas, pulpos y pescas del día resaltan entre ajíes picantes, ácidos contrastantes y sabores profundos de cocciones extensas.
Para cerrar la tarde y disfrutar la noche, el cierre tiene de nuevo buena mesa pero también cultura (una combinación que se repite mucho en Perú). El destino es el Museo Larco, que resguarda una de las mayores colecciones de arte precolombino de la región. Más de 45.000 piezas arqueológicas con antigüedades de hasta 5.000 años resguardan la historia de las culturas que dominaron Sudamérica y el Perú más allá de los Incas. Un conjunto que fue pionero en la arqueología peruana y que por eso tiene algunas de las piezas más sorprendentes. Fundado en 1926 por Rafael Larco Hoyle, hoy el museo cuenta también con un restaurante de alta cocina ambientado entre inmensas bugambilias y luces tenues que dan al lugar un escenario romántico y acogedor; ideal para cerrar un día tranquilo con un pisco sour.
Día 2: la aventura
Más aclimatado, llega el día de la aventura con dos planes inesperados pero igual de imperdibles. Si lo suyo es más de arriesgarse, la opción es pasar la mañana nadando con lobos marinos. La experiencia, en las islas Palomino, es única en el mundo y permite estar cerca de los animales, respetando su espacio y con la prohibición de tocarlos, en uno de los santuarios naturales que estos mamíferos tienen en la región y donde no cuentan con depredadores, por lo que las poblaciones crecen a sus anchas sin mayor amenaza o preocupaciones. Se sale en bote desde el distrito de La Punta, en la provincia de Callao, a unos 30 minutos de Miraflores, en un plan que permite apreciar la costa y disfrutar el mar, para después saltar al océano por 20 minutos con trajes de neopreno y nadar de cerca a estos animales. Al regresar, lo ideal es almorzar en el restaurante El Mirador, ambientado entre la estética del puerto y las tradicionales y tranquilas calles La Punta.
Si lo suyo no es el mar, puede disfrutar del caballo de paso más suave del mundo. El caballo de paso peruano. En Casa Hacienda Los Ficus, a apenas una hora de Miraflores, encontrará uno de los criaderos de más renombre de la ciudad y podrá estar de cerca de la cultura y la historia de los chalanes, los jinetes peruanos encargados de educar a uno de los ejemplares más reconocidos del mundo por su andar. En el lugar podrá apreciar una muestra típica de las características de este animal y sus capacidades, además de tener la oportunidad de montarlo. También disfrutará de la gastronomía de las regiones menos costeras, donde el lomo saltado es el plato principal. Estando en la zona no puede perderse el Santuario Arqueológico de Pachacamac, que fuere el principal santuario de la costa central durante más de mil años y que hoy se puede recorrer a pie o en bicicleta en un recorrido que también deja entrever la imponencia de la arquitectura de culturas precolombinas.
Para cerrar la noche, el Circuito Mágico del Agua es el ideal. En la zona céntrica de la ciudad, un espectáculo de fuentes de agua y luces (en el que fue alguna vez el parque con más fuentes del mundo) se presenta en tres horarios nocturnos: 7:15, 8:15 y 9:15. De allí, a unos cuantos minutos está Casa Tambo, otro imperdible de la gastronomía local donde los platos tradicionales se combinan con la arquitectura perfectamente conservada de una casona colonial con más de 100 años de antigüedad. No puede irse sin probar alguno de sus cócteles a base de pisco.
Día 3: pedir un deseo
Para cerrar el viaje, y después de tantas comidas, toca caminar. El recorrido colonial por el centro de la ciudad muestra la imponencia y la relevancia histórica del virreinato del Perú. Obligatorios, sin duda, la Plaza de Armas, el Palacio Arzobispal, la Iglesia San Francisco y las Catacumbas. La arquitectura propia de la época en la que los españoles conquistaron América revela la imponencia de Lima como centro neurálgico y transaccional.
De allí, si aún le queda tiempo, el colorido distrito de Barranco es el destino final para el cierre. Entre los murales de arte urbano y el camino que lleva directo al mar, se puede disfrutar de tiendas para comprar arte. Antes de irse, es obligatorio atravesar el puente de los suspiros, del que, dicen, si pasa aguantando la respiración puede pedir un deseo, que seguro, tras este viaje, será volver nuevamente a Perú.
Recomendaciones si va a hacer turismo a Lima
No tener pasaporte no es excusa, pues los colombianos pueden visitar Perú solamente con su cédula como documento válido.
Las porciones de comida en Perú suelen ser grandes en la mayoría de los restaurantes. La mejor opción, usualmente, es pedir varios platos al centro de la mesa y compartir.
La aerolínea de bajo costo JestSmart ofrece rutas directas y con escala hacia Lima desde varias ciudades de Colombia.
La moneda de Perú es el sol. $1 sol peruano equivale a $1.100 pesos colombianos. En la alta cocina y en general en la comida, los restaurantes peruanos suelen tener precios más bajos que los colombianos.
Si usted tiene un plan de telefonía móvil activo en Colombia, puede disfrutar de roaming gratuito en Perú. Debe activarlo con su operador antes de salir del país.
EDWIN CAICEDO
Periodista de Medioambiente y Salud
(*) Invitación de la aerolínea JetSmart